Descolgamos los cuadros,
guardamos las fotos y los libros.
La casa dejó de ser nuestra.
Saliste del baño.
Faltaban la heladera y la cama.
Ahí te diste cuenta.
Caminaste entre las cajas,
dijiste algo.
No te entendí.
Una vez más.
El fin del cubículo blanco.
Nuestro paréntesis en las alturas.
Un reino que levantamos
después de no creer en nada.
Ahora, que parece,
tenemos suelo firme.
Podemos bajar,
caminar los techos,
traer visitas.
No, no todo
entra en cajas.
Me asomé al balcón.
Caía el sol entre los edificios,
la voz de la estación
anunció el próximo tren.
Los chicos de crossfit corrían
y, seguramente,
también lo hagan ahora.