martes, 30 de agosto de 2016
Escuchó el río
Era viernes santo, en Maimará y en otro montón de lados. Era viernes Santo y en el viacrucis que andaba entre cerros anunciaron la muerte de Juan Pérez. Los vecinos se miraron y continuaron la procesión al paso tranquilo y lento que tienen las caminatas en grupo y al sonido de los sikus que por momentos parecía venir del paso del viento entre los cerros.
El mismo canto volvió a la tarde. Cuando salió a caminar y se encontró con el velorio. En una esquina la banda tocando. A mitad de cuadra las coronas de flores y grupos de personas que sin escándalo llegaban y se abrazaban. Desde una puerta angosta y alta, sostenida por paredes de adobe, pudo ver las velas y el cajón del muerto.
No quiso detenerse. Siguió por la misma calle que parecía abrirse. Siguió y encontró el hilo de agua corriendo. Agradeció a la quebrada, a los marrones y rojos de la tierra, al canto de cerro y al viento. Agradeció ese rato, de llano y de agua que la fueron meciendo. Y la llevaron por un rato a las calles de arroyo, tierra negra y horizontes infinitos abiertos.
Se despertó y escuchó el río. Sacudió la tierra roja de sus calzas negras. Caminó. A mitad de cuadra la puerta alta y angosta, todavía abierta, mostraba el cuarto ahora vacío.
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me encantó
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