La semana pasó tan rara. Volver a
casa, terminar la historia. Por más que cueste creerme, creí que no iba a volver a
llorar. Hace días venían las ganas, el
peso del pecho subía a la garganta. Respiraba profundo, los ojos se agrandaban
y nada. Ahí quedaba yo otra vez. Los
ojos quedaban grandes, exhalaba, el peso
volvía al pecho.
Me pregunto entonces qué lloro y
qué lamento. Me pregunto si lo que tengo es tristeza o enojo. Detesto no tener
palabras que definan lo que me pasa. Es ahí, cuando no tengo palabras que pasa
ese amague de llanto.
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