Tuve un oso.
De columnas kilométricas,
de ojos chinos
y labios gruesos.
Fui una oveja,
de esas que cuentan para dormirse los desvelados,
las que se cuidan de los lobos
y se pierden en el monte.
El oso decidió irse,
no salí a buscarlo.
Movió cada una de sus vertebras incontables
me dio un beso en la frente
y se fue.
Ya fui una oveja,
La de los insomnes,
que impacientes,
sólo cuentan hasta uno.
De columnas kilométricas,
de ojos chinos
y labios gruesos.
Fui una oveja,
de esas que cuentan para dormirse los desvelados,
las que se cuidan de los lobos
y se pierden en el monte.
El oso decidió irse,
no salí a buscarlo.
Movió cada una de sus vertebras incontables
me dio un beso en la frente
y se fue.
Ya fui una oveja,
La de los insomnes,
que impacientes,
sólo cuentan hasta uno.
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