miércoles, 19 de agosto de 2015

Día tomado

De repente existían
el sol, la caminata, el mediodía.
El viento frío y tranquilo
El barro, el musgo entre ladrillos de vereda,
las sombras de las ramas peladas
finas, negras en el piso.

De repente, en un día laborable
existía yo.
Para caminarlas
para recordar que también lo hacía a los 19
para recordarme.
Para caminar sin más proyección que el próximo paso.

Espaciados
El sonido del tren,
del avión,
martillazos de obras,
máquinas de cortar pasto escondidas tras los cercos.

Permanentes
los pájaros.


Un paso y el siguiente.
Las vías y el ascensor.
El pasillo y el caniche del vecino
que histérico
ladra todas mis incertidumbres.








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