Es azul
y no hablo del cielo.
Existe una hora azul
como si viviéramos abajo del agua.
El mundo, Muñiz, que es mi mundo
se vuelve azul.
Antes que el alumbrado público prenda
cuando el sol todavía no bajó la persiana
hay un tiempo de aire azul.
Es la hora de los fantasmas
de la humedad
del miedo.
Pero hoy, no sé por qué
no entraron a mi balcón
y solo pude verlos desde casa.
Yo los esperaba con la mesa puesta.
martes, 12 de septiembre de 2017
jueves, 7 de septiembre de 2017
Impresión
Sentada contra el ventanal
desayuno con el gato.
Los dos miramos la calle.
Las vecinas charlan en la vereda.
Si dejáramos nuestra vida en las alturas
la impresión del mundo
sería otra.
La lluvía dejaría de ser algo que pasa
y sigue
cayendo.
Los atardeceres no bañarían nuestro reino
porque ya no lo tendríamos.
Mis vecinos se convertirían
En paredes y cercos.
Mis vecinos serían los costados y adelante
abandonando las cuadrículas,
y el plano,
donde resaltan sus perros
y sus piletas.
No vería las sirenas de la avenida
ni a los chicos de crossfit corriendo
vaya a saber qué
todo el día.
Si bajáramos de los balcones
el piso y el cielo dejarían de ser
la misma mirada del paisaje
para dividirse.
Cuando dejemos este palco
tan parecido
a una orilla.
desayuno con el gato.
Los dos miramos la calle.

Si dejáramos nuestra vida en las alturas
la impresión del mundo
sería otra.
La lluvía dejaría de ser algo que pasa
y sigue
cayendo.
Los atardeceres no bañarían nuestro reino
porque ya no lo tendríamos.
Mis vecinos se convertirían
En paredes y cercos.
Mis vecinos serían los costados y adelante
abandonando las cuadrículas,
y el plano,
donde resaltan sus perros
y sus piletas.
No vería las sirenas de la avenida
ni a los chicos de crossfit corriendo
vaya a saber qué
todo el día.
Si bajáramos de los balcones
el piso y el cielo dejarían de ser
la misma mirada del paisaje
para dividirse.
Cuando dejemos este palco
tan parecido
a una orilla.
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