La miro despeinada, con los ojos cansados y brillantes.
Sus manos blancas cual porcelana, pero blandas y tibias sostienen el libro.
Su cabeza va marcando el ritmo. Lectura pausada. Palabra por palabra y volver para formar la oración.
Me pregunto si mi relación con la lectura nació de la misma forma. A fuerza de fiebre, dolor de cabeza, taquicardia post corticoide, manos temblorosas de nebulización y olor a solución fisiológica.
La miro y pide que le acaricie los pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario