La temperatura de mi cuarto siempre es un poco mayor a la
del resto del mundo. No sé si es la altura, si las ventanas y el sol de la
mañana juegan en contra o si el gusto a birra de la noche anterior hace que me
sienta más pesada. Lo cierto es que debiera reconsiderar el hecho de tener
puesta una pollera, y recordar para el resto de los días esta pequeña
particularidad de mi cubículo blanco.
Debo considerar también que recién es octubre y que esto en
los meses que siguen puede ser un calvario. Los meses que siguen pueden ser un
calvario siempre, más allá de mi cuarto y la sensación térmica.
Fragmentos II
Fragmentos IV
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Fragmentos II
Fragmentos IV
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