Tal vez deba cambiar la idea de lo necesario, entra lo que yo quiero que entre. El último cuatrimestre de facultad, subo un día al tren y abro la mochila. Tenía tres libros, la billetera, el teléfono y un lápiz. Tenía tres libros porque no sabía que iba a querer leer en el viaje entonces tomé tres que creí cubrían diferentes inquietudes, dos muy grandes y uno normal. Tenía tres libros y no llevaba ni los cuadernos ni los apuntes de la materia que iba a cursar, incluso el lápiz lo llevaba para marcar el los libros. No sé si cargaba lo que necesitaba, diría que no, pero llevaba lo que quería llevar.
Como a la mochila, a mi cuerpo sólo le entran tres libros que muy lentamente voy renovando y la caja de fósforos del poema.
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